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¡Lee el versículo y subraya tus frases favoritas!

“Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré. Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos”.

Cuando era soltero, siempre después de una larga jornada de trabajo o de clases, la forma en la que me relajaba, aunque suene irónico, era conduciendo mi vehículo y viajar con música hasta llegar a mi casa, podía sentir que por minutos todo estaba bajo control, ¡bajo mi control! 

Debo confesar que quien me enseñó a conducir un vehículo fue mi mejor amiga, quien tomaba el carro de su mamá y me lo daba para practicar e ir juntos a la universidad, cometí muchos errores a la hora de conducir, pero a la final terminé aprendiendo y cuando tuve mi vehículo, puse en acción todo lo que me había enseñado aquella mejor amiga, quien ahora es mi esposa.

Cuando nos casamos, una vez decidimos viajar en nuestro carro y fue el viaje más largo que hemos tenido, casi 10 horas. Nos deteníamos cada cierto tiempo para tomarnos foto y disfrutar del paisaje. Cerca de Guayaquil, donde vivimos, comencé a sentir el cansancio. Mi esposa me pidió intercambiar lugares, es decir que quien debía tomar ahora el control del vehículo era ella. Insistí muchas veces en que no se preocupe, que yo podía hacerlo, hasta que finalmente accedí y fui consciente de que no podía seguir conduciendo. Apenas mi esposa tomó el volante de nuestro carro pensé que yo podría descansar, pero realmente estuve más preocupado y ansioso, pues sentía que al no tener yo el control, podría presentarse algún percance, casi había olvidado por completo que ella sabía conducir muy bien y que fue ella quien me había enseñado a conducir a mí.

Muchas veces nos ha sucedido algo similar en nuestra relación con Dios. A pesar de que somos seres totalmente dependientes de Él, pues es Él quien nos da alimento, abrigo, refugio y siempre está pendiente de nosotros, decidimos vivir bajo nuestras propias opiniones y en nuestro largo viaje, en el afán de vivir el día a día, se nos olvida por completo que es Él quien conduce nuestra vida.

En lugar de descansar en su Palabra y confiar plenamente en sus manos, optamos por confiar en nuestras propias fuerzas, en nuestras propias capacidades y hasta pensamos que quien conduce mejor nuestra vida somos nosotros mismos, nos olvidamos que Dios nos ha permitido alcanzar nuestras metas y que es Él quien conduce mejor que nosotros y tiene todo, absolutamente todo, bajo control.

Escrito por: Erick Rios

1. Usa tu creatividad y dibuja en una hoja un vehículo, donde sea Dios quien lo conduzca y tú seas el copiloto.

2. Escribe en una lista tus problemas y preocupaciones, ten un tiempo de oración y dile a Dios que Él está al control de cada una de ellas y confiesa que todo estará bien.

3. ¡Comparte este devocional con más personas! Será de mucha bendición.

4. Queremos saber cómo te fue con la actividad. Sube una historia en Instagram contándonos tu experiencia y etiquétanos: @icasadefe

Queremos desafiarte a que puedas entregarle a Dios por completo el control de tu vida y dependas plenamente de Él, sin darle espacio a la duda, a la ansiedad ni al temor.

Que puedas proclamar como el Rey David lo menciona en su salmo: Él es nuestro refugio y confiamos plenamente en sus promesas, a pesar de las circunstancias.