¡Lee el versículo y subraya tus frases favoritas!
“Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma, me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”..
Cuando tenía 11 años, una parálisis afectó el lado derecho de mi rostro. Había llegado en uno de los perores momentos: crisis económica en un hogar que dependía del sueldo de un maestro fiscal, problemas alrededor de la familia y el inicio de la etapa del colegio, todo un desafío para un niño.
Una terapia costosa de seis meses se avizoraba como un panorama muy complejo. Si no me sometían a ella, tendría secuelas de por vida, con dificultades para comer, cerrar los ojos, levantar las cejas y, desde luego, para sonreír.
En momentos duros, muchos recuerdan el Salmo 23, ¡y qué bueno que así sea! Se trata de una declaración de fe como muy pocas, a lo largo de toda la Biblia. Es un poema redactado desde la firme convicción que deja la experiencia.
David, desde su posición de rey, había gozado de muchos privilegios, pero no olvidó nunca quién estuvo con él en los momentos de mayor incertidumbre, recordó siempre que fue librado hasta de la muerte a causa de su confianza en Dios.
Observen también que el Señor se llama a sí mismo como nuestro pastor, uno de los trabajos menos reconocidos en Israel. Si una familia necesitaba un pastor, siempre era el hijo menor, como David, quien obtuvo esa asignación poco placentera, explican los teólogos.
“Jehová ha escogido ser nuestro pastor, dice David. El gran Dios del universo se ha detenido para tener tal cuidado de ti y de mí”. Estoy seguro de que eso fue lo que entendieron mis padres y familiares cuando vieron mi rostro desfigurado.
Ese año, 1993, quedó en mi memoria porque Dios trajo de muchas formas el dinero para la terapia, me recuperé en 3 meses, no en 6, y terminé el año con el mejor promedio de mi clase, aunque durante un mes no pude asistir al aula.
Nunca lo olvides: no importa el panorama, si el Señor es nuestro pastor, nada nos faltará.
Escrito por: Carlos Galecio
1. Analiza ¿Estás dejándote pastorear por el Señor o estás haciendo tu propia voluntad sin considerar su opinión?
2. Ten un tiempo de oración en el que puedas decirle al Señor que te esforzaras un poco más en orar y seguir el consejo de El para tomar mejores decisiones en medio de cualquier crisis.
3. ¡Comparte este devocional con más personas! Será de mucha bendición.
4. Queremos saber cómo te fue con la actividad. Sube una historia en instagram contándonos tu experiencia y etiquétanos: @icasadefe
Este es un tiempo para dejarnos guiar. No estamos solos, lo sabemos. Pero aprovechemos entonces la compañía del Señor y obtengamos de ella todo lo que nuestra alma hoy necesita: paz, perdón, seguridad, fe.
La única forma de conseguirlo es siendo un verdadero hijo, que se deja corregir y aprende las lecciones de su Padre, quien nos ama y sabe qué es lo mejor para cada uno de nosotros.