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¡Lee el versículo y subraya tus frases favoritas!

Cierto día, Eliseo fue a la ciudad de Sunem y una mujer rica que vivía allí le insistió que fuera a comer a su casa. Después, cada vez que él pasaba por allí, se detenía en esa casa para comer algo. 9 Entonces la mujer le dijo a su esposo: «Estoy segura de que este hombre que pasa por aquí de vez en cuando es un santo hombre de Dios. 10 Construyamos un pequeño cuarto en el techo para él y pongámosle una cama, una mesa, una silla y una lámpara. Así tendrá un lugar dónde quedarse cada vez que pase por aquí.

Si hacemos un alto a nuestra vida, y la analizamos un poco, seguramente nos daremos  cuenta de que gran parte de nuestras decisiones son tomadas emocionalmente. Si nos sentimos tristes y depresivos, a veces comemos dulces hasta empalagarnos o compramos todo lo que podemos en un centro comercial hasta quedarnos sin cupo en la tarjeta de crédito.

Si nos enojamos, herimos sin medir absolutamente nada, nos acostumbramos tanto a decidir emocionalmente que quizás únicamente nos acercamos a Dios si estamos muy mal y le servimos si estamos muy contentos, amamos solo si estamos alegres o insultamos si tuvimos un mal día, todo dependerá del ánimo que tengamos en ese momento. Nuestra vida sube muy alto y baja con fuerza como una montaña rusa de Disney World.

El gran problema viene cuando dentro del mismo patrón de decisiones está la relación que llevamos con Dios, así como le sucedió a la mujer rica de la historia bíblica. Ella estaba acostumbrada a tener momentos agradables con Dios, sin tener ningún tipo de compromiso. La relación era muy intermitente, un buen banquete, un buen vino por una noche y hasta luego, estos momentos seguramente la hacían sentir bien e incluso pensar que era más que suficiente pues muchos ni buscan a Dios.

Sin embargo, cuando pasa el tiempo te das cuenta de que la única manera de sostener nuestra vida con pasos firmes, sin decaer a pesar de los altos y bajos, volver a levantarse una y otra vez, es dándole un lugar de morada a Dios, donde siempre puedas acudir a él porque tu casa es su casa.

La mujer rica nos representa a nosotros y el profeta Eliseo, a Dios. Ella buscaba una relación que toque sus emociones, pero no que le cambie la vida. Podemos cantarle a Dios y llorar mucho pero que ningún cambio se produzca..

 La real transformación de vida viene cuando adquirimos el compromiso de amar y vivir para Dios independientemente de la emoción o circunstancia del momento. Una relación emocional con Dios es equivalente a la de un enamorado diciéndole por 10 años a su pareja que la ama, pero jamás piensa colocarle un anillo en su dedo y casarse. Si amamos nos comprometemos.

Lo crucial de esta historia es que esta mujer logra darse cuenta de que debía empezar a construir una relación de compromiso con Dios, es allí cuando el Señor la bendice con el milagro de tener un hijo, porque era estéril.

Una relación emocional jamás provocará bendiciones permanentes. Solo una relación comprometida con Dios a pesar los vientos y mareas traerá bendiciones duraderas.

Escrito por: Fernando Palacios M.

1. Busca un lugar especial en tu casa para que sea la habitación para Dios, es decir el lugar donde Dios y tú tendrán sus encuentros diarios. Ese espacio será tu cuarto de guerra, tu cita psicológica, tu lugar de desahogo.

2. Ve y estrénalo hoy mismo y verás qué maravilloso es tener a Dios mismo morando en tu casa.

3. ¡Comparte este devocional con más personas! Será de mucha bendición.

Ningún lugar en este mundo te llenará de abrigo, consuelo y satisfacción como tu dulce y constante intimidad con Dios en tu nuevo hogar.